Cuando hablamos de gratitud a Dios, solemos pensar en agradecerle lo que es para nosotros y sus bendiciones, ¡y con razón! De hecho, la Palabra de Dios nos anima a ser agradecidos en todas las cosas: "En todo momento y por todo, dad gracias a Dios Padre en nombre de nuestro Señor Jesucristo" (Efesios 5:20). Ser agradecido no es algo que se hace de vez en cuando. Así que empieza tu día agradeciendo a Dios en la oración.

Oración del día

Estimado señor,

Gracias por todas las personas que hay en mi vida y por las oportunidades que tengo de servirlas y apreciarlas. Dios, voy a ser honesto - hoy se está convirtiendo en un poco opresivo y ocupado. Rezo para que calmes mi corazón y me quites todo el estrés y la ansiedad. 

Mateo 6:27 nos recuerda que la preocupación no puede añadir ni un solo momento a nuestras vidas, y te ruego que me ayudes a recordarlo hoy en mi actividad. Pero también te pido que me des alegría, Dios. 

Ayúdame a apreciar las cosas y las personas que me rodean y a recordar que debo tomarme tiempo para respirar. Dios, incluso si no se hace todo, o si sucede algo inesperado, sé que siempre serás glorificado, y que siempre eres bueno. Gracias por tener el control de los días ocupados, y pido todo esto en tu nombre,

Amén.

Mensaje del día: ¡Sea agradecido!

Según la Palabra de Dios, es una actitud constante, un modo de vida, que debe manifestarse en la vida cotidiana, porque forma parte de la voluntad de Dios: "Gracias a Dios en toda circunstancia: tal es la voluntad que Dios ha expresado para vosotros en Jesucristo" (Tesalonicenses 5:18). Este versículo también nos muestra que tenemos que aprender a ser agradecidos incluso cuando las situaciones son difíciles o no nos salen bien.

La Palabra de Dios también nos muestra otra forma de ser agradecidos. En la mayoría de sus cartas a las iglesias, el apóstol Pablo escribe: "Expreso mi gratitud a Dios cada vez que pienso en vosotros; rezo por todos vosotros en todas las ocasiones, y lo hago siempre con alegría" (Filipenses 1:3-4). 

A los tesalonicenses, Pablo les dirá de nuevo: "Debemos dar siempre gracias a Dios por vosotros, hermanos, y es justo que lo hagamos. En efecto, vuestra fe progresa magníficamente, y en cada uno de vosotros el amor que os profesáis no deja de aumentar" (Tesalonicenses 1:3). 

Esta actitud de agradecimiento a Dios por nuestros hermanos es muy importante porque nos enseña a ver a nuestros consiervos con los ojos de Dios, a admirar la manifestación de Cristo en sus vidas. Esto nos animará, nos dará más amor por nuestros hermanos y hermanas, en lugar de ver sus defectos y criticarlos, y finalmente, ¡todo esto da gloria al Señor!