Comienza tu día con la siguiente frase: "La paciencia es una forma en que Dios responde a nuestra debilidad para darnos tiempo a cambiar. Con esto en mente, ¡pasemos a la oración del día! 

Oración del día

Señor Jesucristo, 

A menudo he sido impaciente.

Quería dejarlo todo, quería rendirme al dolor.

Quería tomar el camino más fácil: la desesperación.

Nunca perdiste la calma.

Has soportado toda una vida y has sufrido

Para salvarme a mí también. 

Te traigo mi dolor: lléname de tu alegría.

Te traigo mi soledad: pon tu presencia en mí.

Te traigo mis conflictos: pon tu paz en mí.

Te traigo mis fracasos: haz que tu futuro germine en mí.

Amén.

Mensaje y pensamiento del día

Simeón", revela San Lucas, "esperaba la consolación de Israel" (Lc 2,25). Al llegar al Templo, en el momento en que María y José traen a Jesús, acoge al Mesías en sus brazos. El que reconoce en el Niño que aparece para traer la luz al pueblo es un anciano que ha esperado pacientemente a que se cumplan las promesas de Dios. Esperó pacientemente.

Considerando la paciencia del anciano Simeón, toda su vida esperó y ejerció un corazón paciente. En la oración aprendió que Dios no viene en situaciones extraordinarias, sino que procede en su obra de manera monótona y cotidiana, en el ritmo a veces cansino de las actividades, en las pequeñas cosas que seguimos haciendo con tenacidad y humildad al buscar hacer su voluntad. 

Para caminar con paciencia, Simeón no se abatió por el paso del tiempo. Es ya un anciano, pero la llama de su corazón sigue ardiendo; en su larga vida se ha visto a veces herido, defraudado, y sin embargo no ha perdido la esperanza; con paciencia cumple la promesa, -cumple la promesa- sin dejarse invadir por la amargura del pasado o por esa resignada melancolía que surge cuando se llega al ocaso de la vida. 

La esperanza de la espera se expresó en él en la paciencia cotidiana de quien, a pesar de todo, permaneció vigilante, hasta que finalmente "sus ojos vieron la salvación" (cf. Lc 2,30).

La paciencia de Simeón es, pues, un espejo de la paciencia de Dios. De la oración y la historia de su pueblo, Simeón aprendió que Dios es paciente. Con su paciencia, "nos exhorta a la conversión" (Rom 2,4).

Esta es la razón de nuestra esperanza: Dios nos espera sin cansarse. Dios nos espera. Cuando nos alejamos nos recoge, cuando caemos nos levanta, cuando volvemos a Él después de estar perdidos nos espera con los brazos abiertos. Es paciente.