¡Empezar el día con la Palabra de Dios es un privilegio que está a nuestro alcance! Podemos acercarnos a Él desde el primer segundo. Tómate tiempo para meditar en esta palabra de la Escritura: "Llénanos cada mañana de tu bondad, y estaremos llenos de alegría toda nuestra vida" (Sal.90.14). Un último detalle: ¡termina también tu día en Su presencia!

Oración del día

"Señor, te pido en el silencio de esta mañana mucha fuerza, paz y discernimiento. En este nuevo día, quiero dedicarte mis pasos, y recordar constantemente que si estoy vivo, es porque Tú existes. Hazme tu instrumento, cada vez más humilde y comprensivo con los problemas del mundo. 

Hazme, Señor, capaz de comprender la dificultad de los demás, y también de que mis dificultades no sean un obstáculo para progresar. Ayúdame, Señor, a ser mejor persona cada día.

Haz que mis oídos se cierren a toda calumnia; no permitas que mis pensamientos y mi lengua hieran a los demás. Que sea capaz de comprender y ponerme en el lugar de los demás, recordando siempre Tus palabras, Señor.

Que así sea, cada mañana, y que sienta tu paz en todos los caminos por los que me pare y camine.

Amén.

Mensaje y pensamiento del día

A veces imaginamos que el mundo gira a nuestro alrededor. Pero estamos equivocados. El mundo pertenece a Dios y Él lo controla todo. Al amanecer de cada día, Él nos recuerda que sólo cuentan sus planes, que Él tiene la última palabra sobre los acontecimientos, pero que se interesa por cada detalle de nuestra vida, incluso por los más triviales. 

Nuestra forma de empezar el día prepara las horas que están por venir. Así que toma la decisión de empezar el día así: en primer lugar, aíslate en presencia de Dios durante unos minutos. Cinco minutos serán suficientes la primera vez. Comenta con Él tus planes para el resto del día. Si tienes una agenda, preséntasela a Él. 

No dudes en revelarle tus preocupaciones y temores. Es posible que observe un compromiso específico o cuestiones que le preocupan. Pídele que te conceda sabiduría para tratar con ellos. Si no te responde inmediatamente con una solución concreta, acepta que tal vez quiera que confíes plenamente en Él. 

Él ya tiene algo mejor planeado para ti, algo en lo que no habías pensado. A menudo empezamos el día con el corazón inquieto, lleno de estrés, miedo y dudas. Tenemos prisa por lanzarnos a la refriega. Pero nada nos obliga. ¡Mejor empezar el día en compañía de Jesús! 

Nuestro día siempre empieza con un primer pensamiento, una primera palabra. Tanto como esos primeros pensamientos, esas primeras palabras pertenecen a Dios; sólo Él puede alejar nuestros miedos y preocupaciones.